Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda...

Aunque esta frase de la Biblia pueda parecerle una aberración a los basquetbolistas, tejedoras, cirujanos, titereteros, etc, si es importante que cuando uno hace algo bueno no lo ande publicando a todo el mundo.

Bueno, dicho eso, quiero contarles lo que hice hoy.

Hoy, como un cuarto para las ocho de la mañana figuraba yo estacionando mi auto a un par de cuadras de mi oficina. La mañana estaba feísima, con harto frío. Mientras caminaba hacia mi templo del trabajo vi en la vereda a un señor tirado durmiendo. El típico indigente sucio y haraposo. Pasaron por su lado 2 personas (en realidad, por su lado no pasaron porque le hicieron el quite) e iba yo camino a ser la tercera (de hecho pasé por su lado) cuando me llama:
- ¡flaquito!

'Tate, este me va a pedir plata.

- ¡me muero por un cafecito!

¿Un café? ¿Tan sencillo?

Bueno - le dije,- espéreme aquí.

Como venía llegando temprano a la pega, no tuve problemas en ir a la máquina del café, llenar un termo y volver a la esquina donde estaba este señor. Total, tiempo tenía.

Ahí estaba Don Esteban esperándome, un poco más despierto.

Nos sentamos en la vereda y nos pusimos a tomar café.
Nada especial, me contó que había sido mecánico de autos y que por eso ahora se la pasaba por estos barrios (trabajo cerca de 10 de Julio) viendo si "salía algo".
15 minutos y 3 cafés después, volví a la pega, con una sensación de haber rebajado un poquitito el cargo general de conciencia que me persigue.

Ahora, ¿por qué tan barsa de publicarlo acá?

Porque me sentí bien.

Así como en general les recomiendo pubs o restaurantes donde pueden ir a comerse un rico plato o tomarse algo y salir contentos, así les recomiendo que prueben este "carrete".
No hay para que dedicarse al tema, pero probar no cuesta nada. Literalmente nada.